Desenmascarando al impostor: ¿Por qué me saboteo a mí mismo?

La fe mueve al dinero







El Bitcoin no es real, pero tampoco lo es el dinero FIAT. El dinero que tenemos en los bancos es tan ficticio como el Bitcoin. Los bancos nos dicen cuánto dinero tenemos, pero confiamos en ellos. Si todo el mundo decide retirar su dinero de los bancos, se darán cuenta de que no tienen el 10% de la liquidez necesaria. Todo el dinero que tenemos, incluyendo el mío y el de todos, está prestado. Pero, ¿cómo pueden prestar dinero que se supone es limitado?

Si un banco tiene 1 millón de dólares en depósitos, ese mismo banco ha creado 10 millones de dólares prestados a partir de ese millón. ¿De dónde vinieron los 9 millones restantes? Según una ley que les permite prestar el 90% de lo que se deposita. Entonces, los bancos están creando dinero sin respaldo, basado en la deuda, y si llega un momento en que los ciudadanos no pueden pagar, ya sea por falta de dinero o por otra razón, surge una crisis. En ese momento, los gobiernos salvan a los bancos, ¿cómo? Imprimiendo más dinero y cobrando más impuestos, así como vendiendo las empresas en manos del estado.

En última instancia, nos damos cuenta de que si compro un televisor por 500 euros, el dinero nunca sale de los bancos. Aunque lo tengo en mis manos, en poco tiempo regresa al banco, pero ahora a nombre de la persona que me vendió el televisor. El banco nunca pierde, su dinero siempre regresa y, cada vez que es depositado, puede volver a prestar el 90% sobre ese mismo dinero, que puede salir y entrar de forma interminable.

Es una locura, pero la sociedad tiene fe, y ahora también en el Bitcoin. Tengo fe en que unos números representan un valor para mí, y cuanto más fe haya en esta moneda, más valor tendrá. Si la gente pierde fe en el dinero FIAT, su valor disminuirá.

Por lo tanto, los bancos, al ver que la gente pierde fe en ellos, no tendrán más remedio que adoptar la nueva moneda criptográfica o inventarse su propia criptomoneda. Así es como funciona el mundo, basado en fe y esperanza. La religión ha sido reemplazada por el nuevo dios: el dinero

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